En la improvisación teatral hay un ejercicio que entrena la escucha y la asociación libre. El ejercicio se llama “la palabra lanzada”. Alguien dice una palabra y el que sigue dice alguna palabra asociada o inspirada en la anterior. Como si este ejercicio se estuviera extendiendo a través de los meses en nuestros boletines, inspirada por la palabra de Pilar Gamboa en abril “circunferencia” y por la de Bárbara Hang en mayo “líneas”, la geometría sigue presente y me sumo en junio con “el punto de origen”.
Mi amigo Teo, matemático, músico y actor, me dice que en Geometría se llama “el punto de origen” al lugar donde se cruzan dos rectas de un plano y a partir del cual se miden las distancias con todo lo demás. “Es interesante que ese punto es arbitrario”, lo escucho decir, “es una decisión arbitraria fijar un lugar de origen y sus consecuentes coordenadas”.
Yendo a buscar en mi propia historia momentos que se convirtieron en material para la creación –y que derivaron en un obra de teatro como fue el caso de Imprenteros– descubrí que esa busqueda no sólo me permitió la recuperación de ese pasado sino que también lo re-significó. Aparecieron otros relatos modificando la versión que yo misma tenía sobre algunos hechos. Por ejemplo, ante la pregunta sobre “cuándo empecé teatro” siempre contesté que a los 15 años, cuando una amiga me llevó a un curso gratis en el barrio de Flores. Fui porque no tenía nada mejor que hacer, quizás fui porque estaba un poco triste y perdida. De esa experiencia siempre subrayé cómo me impactó haber estado durante dos horas olvidando mi vida cotidiana por completo, descubrir que podía hacer cosas inesperadas con mi cuerpo y cómo me había puesto de acuerdo muy rápido con gente desconocida. Fue hace poco que apareció en mi memoria otra “primera vez”.
Y fue la escritura, como una mano que levanta un ladrillo roto del piso, la que descubrió bajo la piedra este recuerdo.
En 1982, Andrea tenía quince años y yo siete. Mi mamá me dejaba estar con ella en la vereda, dar una vuelta a la manzana o entrar a jugar a su casa –un PH vecino a la mía–. Andrea vivía con su abuela, una mujer con aspecto de bruja de cuento de terror: de baja estatura, casi sin dientes y muy encorvada. También vivía con ella un tío muy alto de pelo canoso a la altura de los hombros, siempre en musculosa blanca y ojotas, que fumaba, arrastraba los pies cuando caminaba y andaba con una bolsa con pan y una botella de vino. Su mamá la visitaba poco y era muy difícil no prestarle atención a los ojos celestes saltones y los colores fuertes que usaba en la ropa. De su papá no se sabía nada. Andrea también tenía ojos llamativos. Los suyos eran verdes. Tenía un cuerpo macizo, rulos largos rubios, y las curvas muy marcadas. Rápida en su andar, de baja estatura, atractiva y rebelde. “Cómo contesta Andrea”, decía mi mamá.
Antes de que ella dejara el secundario, pasábamos horas en la vereda durante la siesta. Jugábamos al tinenti, al tutifruti, o Andrea me peinaba los rulos negros alisándolos. Pero lo que más me gustaba -y esperaba- era el juego que hacíamos en su casa cada tanto. Caminábamos por el pasillo de su PH y ella decía “ahora todo va a cambiar”. Después entrábamos a su cuarto -paredes altas, olor a humedad y posters de rock-, ella apagaba todas las luces, me pedía que cierre los ojos, que respire hondo, y me alzaba. Comenzaba a girar muy rápido. Después de unas cuantas vueltas y mareo, yo perdía ubicación en el espacio. De pronto estábamos como adentro de un tornado. Después cesaban los giros, me ponía de pie en la cama, me colocaba sobre mi ropa un vestido plateado largo y pesado y me decía “Abrí los ojos. Estás en tu reino. Pida lo que quiera su majestad”, y hacía una reverencia. Entonces yo pedía cosas: hablarnos en idioma inventado, bailar Thriller de Michael Jackson. También pedía merendar. En general, leche chocolatada y galletitas Sonrisa. Después, ella me alzaba y volvía a girar. Otra vez mareadas, me quitaba el vestido y me decía “volvimos”. El juego había terminado.
Teo me dijo también que la Matemática es una abstracción en cierto sentido falsa, porque no tiene que ver con el mundo real; y a lxs que les gusta, les gusta por sí sola, porque desprovista de todo componente real es fascinante. Pero claro que se vuelve aún más apasionante cuando descubrís que esa ficción abstracta puede decir algo acerca del mundo real. Lo cito: “La Matemática es un tipo de ficción que pese a ser falsa, puede decir algo del mundo real, igual que una obra de teatro”.
Ahora pienso que ahí, en aquel juego, está mi primer contacto con la actuación, mi punto de origen. Andrea y yo, queriendo que todo cambie, encontrándonos en ese lenguaje: la ficción, una forma de seguir en este mundo habitando otro, aunque sea por el tiempo que duran un par de giros y una merienda.
PARA ESCUCHAR
Un website con radios en vivo de todo el mundo. El link abre un mapa de nuestro planeta en el que se puede ir buscando cualquier ciudad. Se clickea una y se escucha. “Puede ser una radio de Malvinas, de Groenlandia o de Kenia” me dijo mi amigo Mirko cuando me lo pasó hace tiempo. Mirko vive en Noruega y los usa para escuchar las AM de acá. Yo voy probando y cambiando. Una que me gustó es una radio de Brasil que se llama “Cabaré Radio”, se las recomiendo. La programación nocturna es muy buena, suele acompañarme cuando me desvelo.
PARA LEER
Negro casi azul, de Paula Mariash – Vinilo Editora (Colección “Sencillos”)
Liliana Bodoc dijo en su charla TED llamada Mentir para decir la verdad sobre el final de su disertación después de citar ejemplos de frases diferentes “Vieron que acá no pasó nada. No se movió ningún objeto, no pasó nada. Solo palabras. Solo palabras que de verdad pueden hacer que la realidad se transforme. Esperemos que siempre para mejor. Creo que la palabra nos hace libres, creo que la palabra nos hace bellos, creo que la palabra nos hace luminosos y creo que si alguna vez nos toca quedarnos sin palabras, es bueno que sea porque estamos maravillados, y no porque estamos vacíos”
Leí a Paula hablando del suicidio de su madre, del duelo, de las preguntas de las hijas, del camino sobre la posibilidad de ser madre, y era como si la escuchara. Pero no porque conociera su tono de voz –Paula vino hace muchos años a tomar clases de teatro conmigo-, sino porque encontró su voz pudiendo escribir sobre todo eso.
CAMPO REAL
Hay un recorrido por Caballito, mi barrio actual, que hacía antes de vivir acá y que ahora hacemos con mi hijo. Consiste en un paseo por el borde de la estación de tren; una visita a un local de antigüedades cuyos dueños son expertos en el Che Guevara, y finaliza en un parador para comer ricos cortes a la parrilla. Se puede iniciar a la altura de Martin de Gainza caminando por un lateral de vías en desuso sobre las cuales mi hijo va haciendo “pan-queso”. Hay paredes con grafitis y afiches de recitales. Después de cien metros hay un cartel que señala que las vías están electrificadas y no se puede avanzar. Ahí hay que cruzar enfrente, está el paso nivel de calle Lorca, y arranca la caminata por el lateral de la estación, donde se detienen los trenes que van para el oeste. Hay todo un paredón con mucha vegetación y se ven los contra-frentes de los edificios. Hay mesas con tableros de ajedrez; mesas de ping pong; un anfiteatro pintado de cinco colores distintos donde se hicieron competencias de freestyle; un mástil sin bandera; un grafiti que dice “Caballito yo te sigo a todas partes”; una intervención en una pared que es la cabeza de un caballo verde en alusión al club Ferro Carril Oeste hecha con tapas de gaseosas; una cancha de básquet que es difícil encontrarla vacía; del lado de la estación una seguidilla de margaritas amarillas y, en frente, finalizando el paseo hay un mural de Messi con la copa América del 2021 y detrás Maradona revoleando una camiseta. Se sale a calle Rojas, justo a “la Bagatela” que es como un mercado de pulgas en un solo local. Durante muchos años ahí mismo funcionó un museo (el primero en Sudamérica) dedicado al Che Guevara porque en los `90 a raíz de un viaje a Cuba, Irene y Eladio dueños del local, comenzaron a colaborar con el pueblo cubano generando colectas que se convirtieron en donación de tres o cuatro toneladas por mes de todo tipo de insumos que podían ir desde pañales, ropa, hasta una central telefónica. La historia de ellos está en un libro del arquitecto Rodolfo Livingston. Luego, para ir a la parrilla, hay que caminar por Yerbal, cruzar Colpayo, Parral, Hidalgo. La parrilla antes se llamaba “Celena”, ahora “Teo el rey de la buena onda”. Está en la entrada de un estacionamiento. Teo es el parrillero y no es argentino, es rumano. Se puede comer de lunes a sábado desde las 12h y su especialidad es la entraña.
FRASE
“Todo documental pienso, quizás exista para desmentir el olvido, recuperar, excavar, sacar a la superficie aquello no superficial que estuvo arrumbado.”
Esta frase de Sergio Wolf me la acercó Emi Castañeda, amiga y montajista de Imprenteros. Emi también retrata a su padre: en 2020 realizó el corto Virus, Premio al Mejor Montaje en el Festival “La Mujer y el cine” y que también recomiendo que vean.
JUNIO
El sábado 13 de junio de 2009 vi Crave, cuando la obra ya tenía más de 100 funciones. Se había estrenado en Lavapiés (un espacio pequeño que era del director de la obra: Cristian Drut), pero yo la vi en No Avestruz. La obra era un texto de Sarah Kane, traducido del inglés por Jaime Arrambide, y que actuaban Javier Acuña, Carolina Adamovsky, Gabriela Ferrero y Javier Lorenzo. Fue un bombazo. Sentí de inmediato absoluta fascinación pero esas cuatro personas sentadas en un ambiente totalmente blanco que durante un largo rato no emitían palabra. Y cuando empezaron a hablar se desató una catarata irrefrenable de enunciados que te arrasaban. Su textualidad era feroz, con temas dolorosos y crueles centrados en el desamor, y en consonancia la puesta era severa en su austeridad. El procedimiento de la obra era sonoro y musical. Lxs cuatro actores/actrices actuaban sin mirarse, conectadxs entre sí por los oídos, con un cuerpo casi inmóvil. Había una quietud extrema que daba espacio a algo no previsible y así aparecía una obra contundente, poética y visceral. Yo que estaba muy encolumnada en el “teatro de acción”, descubrí con esta obra que se podía hacer otra cosa en escena.
Sarah Kane fue una dramaturga inglesa, y en su corta vida dejó una huella en la escena con sus creaciones. Se suicidó a los 28 años. El montaje de Cristian Drut la dio a conocer en Buenos Aires.
Les dejo un fragmento:
M: Corría por el campo de amapolas que está detrás de la granja de mi abuelo. Cuando irrumpí en la cocina, lo encontré con mi abuela sentada sobre sus piernas. La besaba en los labios y le acariciaba los pechos. Se dieron vuelta y me vieron, avergonzada, y me sonrieron. Cuando más de diez años después le conté todo esto a mi madre me miró fijamente algo extrañada y me dijo “Eso no te pasó a vos. Eso me pasó a mí. Mi padre murió antes de que vos nacieras. Yo ya estaba embarazada de vos, pero me enteré justo el día de su entierro.”
C: Transmitimos estos mensajes.
M: Alguien en algún lugar está llorando por mí, llorando mi muerte.
B: Mis dedos adentro de ella, mi lengua adentro su boca.
C: Deseo vivir conmigo misma.
A: Sin testigos.
LO QUE VIENE
El punto de costura de Cynthia Edul es el próximo estreno de nuestro club. Lo espero con ansias (como los días del vestido plateado de Andrea) porque se trata de un material autobiográfico que reúne al mundo textil y al de la literatura. Podría enumerar la contundente experiencia académica y artística de Cynthia para enmarcar que hay sobrados fundamentos para tener altas expectativas sobre esta próxima pieza; sin embargo, lo que de verdad me entusiasma es saber que se trata de una artista con una genuina necesidad de indagar en su historia. Intuyo que se van a revelar cosas inesperadas; y me asalta una emoción personal por compartir una suerte de hermandad de oficios, con infancias entre maquinas encendidas que nos fueron entrenando en mantener, pase lo que pase, siempre el motor andando. Retomando la improvisación teatral, recuerdo el ejercicio “Camino hasta el punto donde está mi compañerx”. Me hace pensar que arrancamos en el punto de origen y terminamos con el anuncio de el punto de costura. Nos encontramos en ese nuevo punto.