Mirá, un camión de bomberos.
Escuchá, una ambulancia.
¿Cuándo nos vamos a subir a un auto policía?
Manu, mi primer hijo, y sospecho que al igual que muchxs niñxs, tiene fascinación por aquellos vehículos a los que nosotrxs lxs adultxs asociamos a situaciones no muy felices. Formas, colores, luces y sonidos, eso que sirve para llamar la atención es lo que termina también seduciendo a lxs más pequeñxs.
Una tarde, hace unos meses, estábamos con toda la familia en el auto y al lado nuestro vimos una ambulancia en plena actividad. Me encanta, dijo Manu mientras pegaba la cabeza a la ventana para verla más de cerca. No es tan linda la ambulancia, siempre lleva alguna persona enferma que necesita ayuda, dijo Pilar, su mamá y yo me desesperé. Se me transformó la cara y empecé a decir cosas sin sentido para interferir esa verdad sin anestesia. Pero… ¿hasta cuándo se puede amortiguar la realidad? ¿Se puede? Porque en definitiva, creo que lo que sucedió tiene que ver con tapar la idea de la muerte, que, en la adultez, siempre está cerca.
No tengo recuerdos de infancia de esa fascinación por ambulancias, camiones de bomberos o autos de policía. Pero sí recuerdo un tipo de auto que me llamaba mucho la atención. Quizás por su longitud y también porque siempre lo veía muy limpio, algo que en San Juan, para autos oscuros es difícil. La mayoría de los autos tienen mucha tierra y casi todos prefieren colores claros porque el viento Zonda levanta polvo. Los autos que me inquietaban eran los coches fúnebres. Yo pensaba que eran limusinas. Tengo el recuerdo de haber escuchado una explicación que no lograba entender: No hay limusinas en San Juan. Tampoco tengo tantos recuerdos de adultxs intentando explicarme la muerte. Quizás algunas historias de estrellas que brillan o esas relacionadas a la idea del cielo. Para mí, la muerte era la “Cochería San José”. En San Juan, cada vez que se moría alguien cercano lo velaban ahí. Entonces para mí la muerte era ese lugar en la calle Salta, que cuando llegaba estaba lleno de coronas de flores en la vereda con unos carteles que disfrutaba leer. Eran bastante coloridos y con frases simpáticas, como “Tus amigos del Paddle”, “Tus compañeros del banco” o “Tus hijas políticas”. Sabía que el silencio era el protagonista de ese lugar y me sorprendía ver adultxs llorando y niñxs “portándose bien”, todo al mismo tiempo. Y como el olfato es un gran aliado del recuerdo, mientras escribo esto, se me viene a la mente el olor a flores de velorio y a café quemado.
Estos días me encuentro ensayando una obra cuya esencia son los recuerdos. Una obra donde me propuse partir de mi infancia en San Juan y en la que sin querer se fue colando también algo de mi presente. Desde que fui padre todo cambió para siempre y sobre todo mi relación con el tiempo. Lo mido de una manera distinta y lo utilizo con otra lógica. Cuando empecé a escribir esta nueva obra, “Lo tejió la Juana”, le propuse a mi prima Pilar Mestre, escribir cada uno un diario, una suerte de bitácora sobre nuestro presente de ese momento. Ella convivía con su abuela de 87 años y yo con mi hijo recién nacido en plena pandemia del 2020. Un bebé y una anciana. Dos personas que seguro no se van a conocer. Y si lo hacen, el más pequeño no lo va a recordar, no le va a dar el tiempo. Estos diarios nos llevaron a mi prima y a mí a pasear por miles de estados e imaginar distintas posibilidades y todo nos terminó arrojando a la idea de la muerte. Cuando la vida es tan frágil, la muerte aparece como idea, como miedo, como peligro, como opción, y aparece con fuerza. Así, la muerte se instaló en la obra.
¿Qué queda después de la muerte de la Juana? Recuerdos. En una obra en la que la materia fundamental es el pasado, me pregunto cómo hacer presente eso que fluye en los textos. Y entre tanto pasado, también aparece la idea del futuro, porque mi prima, en la obra, está embarazada. Entonces se me viene a la cabeza la palabra PRESENTE constantemente. Muerte y Presente. Pienso mucho en estar presente en los ensayos. Entregarse al presente. Voy aprendiendo que la única manera de que se avance o de que suceda algo interesante es ESTAR ahí. Descubro que no me viene bien planear tanto de antemano el ensayo. Me conviene conectar con lo que tengo a mi alrededor, advertir cómo estamos lxs que nos reunimos hoy ahí para ensayar este material. El habilitar eso hace que el trabajo sea permeable y aparezca otra cosa, algo que no está en el texto ni en las ideas. Algo de eso y seguir trabajando, aunque parezca que la obra está lejos, porque eso que creemos que está lejos es también una idea. El proceso creativo como un viaje en el que no importa tanto el destino final sino las estaciones, el recorrido.
Vuelve Manu a mi cabeza. Ahora con su fascinación por andar en tren, estar ahí sin saber a dónde terminamos ni de dónde salimos, pasear, dejarse llevar por el ruido épico del tren, el movimiento y su presente. Ese paseo solía hacerlo con su abuela. Cada tanto nos pregunta dónde está ella y nosotrxs le decimos: En el cielo, Manu. La última vez contestó: Yo no quiero ir al cielo, yo quiero estar ahora acá en casa.
Yo también.
PARA VER
“La desaparición de mi madre”
En momentos de compartirnos material para nuestra obra, mi prima me pasó este documental. Es una película de Beniamino Barrese del año 2019 sobre Benedetta Barzini, una famosa ex modelo italiana. La película la dirige su hijo, él la acompaña a donde ella lo deja y registra todo. Cuando se olvida que está siendo filmada lo que sucede es bello y también escalofriante. Benedetta comenzó su carrera de modelo a los veinte años y se convirtió en la musa de diseñadores, poetas, artistas y directores de cine. Armani, Gerard Malanga, Andy Warhol, Salvador Dalí, Lee Strasberg, Bert Stern y Richard Avedon, entre otros, la amaban. Pero en un momento, Benedetta abandonó el modelaje, se afilió al Partido Comunista Italiano y se convirtió en líder del movimiento feminista en Milán y en profesora universitaria dedicada a tratar temas relacionados a la mujer, las imágenes y los medios. Para entender este cambio, el director elige la conversación con su madre. Los diálogos son hermosos e inteligentes y casi siempre sus respuestas son cortantes pero amorosas. Acá les dejo un fragmento de una conversación que me cautivó entre M (madre) y H (hijo).
M: Este es mi lugar escondido, mi vergüenza secreta. (Se prueba un vestido azul que encontró.) ¿Sabes por qué me gusta tanto este azul? Porque se parece al fondo del mar, con algunos parches más brillantes, ¿no es así? ¿Te gusta? Mi cerebro está lleno del polvo.
H: Mamá.
M: Decime.
H: ¿Cuánto tiempo creés que te vas a ir?
M: No sé, tengo que cerrar la casa en Livorno y será difícil durante el curso académico. ¿Te importa?
H: Bueno, no. En realidad sí, pero creo haber entendido que es algo que querés y es justo que la gente obtenga lo que quiere, ¿no?
M: ¿Cuántas personas logran conseguir lo que quieren? Es un lujo.
H: ¿Estás contenta con tu proyecto?
M: Yo trabajo en etapas, todavía no he cerrado la etapa de mi vida aquí. Entonces por ahora estoy trabajando para llevar mi vida aquí a una conclusión. Y cuando esto esté más o menos claro, entonces buscaré un camino, una salida. Para irme lo más lejos posible de esto, de este hombre blanco que ha devastado el mundo. Estoy muy triste por pertenecer a esta raza, muy triste. No lo sé, tal vez solo quiero morir. Es más fácil. Deberíamos salir por acá, cuidado con esa caja. ¿Terminaste de jugar con tu cámara?
(Suben cajas por una escalera.)
H: ¿En qué etapa estamos?
M: En una etapa terrible.
PARA LEER
“Extranjeras”
Los títulos de los poemas de Florencia Fragasso son disparos que te transportan automáticamente a la vida de provincia: “Anorak”, “Casa Georget” o (aunque esté en inglés) “The temple is the temple”. Aquellos que conforman la sección titulada igual que el libro son mis favoritos. Florencia captura esas imágenes que la toman por sorpresa en ciudades desconocidas o no tanto, en aeropuertos o en taxis. Postales y sensaciones que escritas de ese modo esconden y revelan un mundo misterioso. Lo publicó Ediciones Gog y Magog.
CAMPO REAL
Paseo en tranvía por Caballito
Este paseo me encanta. La propuesta consiste en subirse a un tranvía verdadero, hermoso, restaurado, un poco ruidoso y con olor a madera para recorrer el barrio de Caballito. Es como retroceder en el tiempo. Durante casi un siglo, el tranvía fue el medio de transporte urbano más usado en Buenos Aires, hasta que en 1963 desapareció abruptamente. En los años ochentas resurgió de la mano de la Asociación Amigos del Tranvía para ofrecer paseos en un circuito de veinte minutos por el barrio. Quienes forman la asociación se encargan de organizar estos paseos gratuitos y también de contar la historia de los tranvías y el por qué de su desaparición. Salen desde la esquina Emilio Mitre y José Bonifacio. Para más info sobre días y horarios se puede entrar a: tranvia.org.ar/thba/
LO QUE VIENE
En septiembre se viene la nueva creación de Ariel Farace. Por sus juegos con el lenguaje, por su fuerza poética y también por su estética, me declaro fan de su trabajo. Todavía recuerdo a Luisa (en “Luisa se estrella contra su casa”) decir y repetir “Es un buen gesto saludar”, a Constanza (en “Constanza Muere”) sentenciar “Nena, te estás dejando estar” y también (perdón la autorreferencialidad, pero creo que va con este boletín), me recuerdo corriendo en círculos y gritando “¡Es increíble cómo la historia del mundo se repite!” (en “Ulises no sabe contar”). Esta vez será el turno de “lAs ciMAs”, que se presenta como un retrato de los vínculos entre maestrxs y discípulxs y que seguramente traerá frases, palabras mendocinas y también maneras de decir y sentir que generarán algo distinto en la escena porteña. El proyecto une artistas de Mendoza con artistas de CABA en una verdadera cruzada de federalismo independiente. ¡Reserven ya sus butacas!
En octubre llega el ciclo de entrevistas, Un acto de fe, de Pilar Gamboa. “A mí me emociona actuar y ver actuar, me emocionan los cuerpos narrando” dice Pilar Gamboa. Pensando en la actuación surgió la premisa de este ciclo donde la idea es hacerle preguntas a esta práctica. Charlas íntimas como si fuera el living de una casa, pero abiertas a la comunidad. Érica Rivas, Daniel Hendler, Mercedes Morán, Juan Minujín y cuatro palabras como conceptos para indagar sobre lo que es actuar. Arrojo, inteligencia, presente e intuición en estas entrevistas moderadas por Pilar. Los sábados, en el Teatro Picadero y los socixs de Paraíso contarán con descuentos en sus entradas.